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Elecciones en Uruguay: ¿qué dejó el debate entre Orsi y Delgado?

  • Juan Paullier
  • 18 nov 2024
  • 4 Min. de lectura

Tuvimos un debate a la altura de lo que ha sido la campaña y acorde a dos candidatos que no emocionan.


No emocionan porque ninguno está cómodo bajo los focos por lo cual, gane quien gane, tendremos el presidente con menos magnetismo en décadas. 


¿Es indispensable ese atractivo para gobernar bien? No necesariamente. ¿Es indispensable para liderar? Sí. Indefectiblemente. Sin esa capacidad es más difícil convencer a los de adentro y atraer a los de afuera. Eso pesa.


Es raro querer ser presidente si no te gusta la exposición, si no te gusta convencer, si no te gusta argumentar para que te voten. 


Orsi no la embarró. Y el hecho de que los frentistas hayan quedado satisfechos, es una señal de lo bajo que estaba el listón, de lo poco que esperaban de su candidato. Lo venían defendiendo contándole la cantidad de ruedas de prensa y de actos. Delgado estuvo mejor, pero no descolló. Y lo necesitaba para atraer indecisos.


Ambos fueron auténticos, acartonadamente auténticos.


La polémica por el formato


Salvo porque la transmisión era en color y porque hubo menciones a la Inteligencia Artificial, podría haber sido un debate de hace 50 años. 


El formato no ayuda, pero no fue lo principal. El problema no es el formato, el problema es que casi nadie se tomó en serio la campaña. Salta a la vista la falta de preparación y de profesionalismo.


¿Cómo comunicaron?


Gane quien gane el domingo, Uruguay va a tener el presidente menos carismático desde el retorno de la democracia. 


  • Sanguinetti cada vez que habla te desborda con su estatura intelectual.

  • Batlle, era otro histriónico con profundidad. 

  • Mujica sabe qué decir, cómo y cuándo. Es entrador. Muy hábil declarante. 

  • Tabaré, aunque estaba varios escalones por debajo, se revolvía. 

  • Lacalle Pou tiene una picardía para contestar que, te podrá gustar o no, pero transmite el mensaje. Con claridad. Con énfasis. Y uno sabe qué piensa y en qué cree el presidente. Y eso, te guste o no, es relevante.

  • Lacalle padre se relame frente a un micrófono. Endulza el oído como pocos. 


Todo eso no existe en Orsi ni en Delgado. Al revés. 


Eso que Delgado durante la pandemia, era un momento muy particular donde como sociedad nos sentíamos vulnerables y cualquier palabra de una autoridad se termina, de alguna manera, endiosando, transmitía seguridad, aplomo, confianza. 


La campaña también tiene la dificultad de que muchas veces tenés demasiada gente diciéndote qué hacer, cómo actuar, de qué forma reaccionar y eso puede terminar perjudicando al candidato. No sé si algo de eso no pasó con Orsi porque no recuerdo que cuando fue intendente dejara tantas dudas frente a las cámaras. 


Muchas veces abusa del recurso campechano a propósito para evitar responder. El problema para él es que el resultado no cambia: no transmite sus ideas con claridad y a veces te queda la duda de qué piensa realmente.  


Después te podrá caer mejor o peor, podrás estar más o menos de acuerdo con sus ideas, que son las del Frente Amplio, porque tampoco parece ser alguien de un pensamiento político muy profundo o, al menos, no se le ven aristas singulares, particularmente interesantes, una visión que quiera ofrecerle a la población. 


Lo que ves es lo que es, un tipo llano, una persona correcta, da la impresión de ser buen tipo, estoy seguro de que es muy buen vecino. Pero ¿a quién querés en la Presidencia, a un buen vecino o a un buen presidente?


¿Cuánto incide el debate?


A ciencia cierta, nadie lo sabe. Lo que sí sabemos es que anoche fue la primera instancia formal en la que los candidatos podían, o no, empezar a probarse el traje de Presidente. 


Porque la Presidencia te desnuda, y te tenés que poner ropas de rey o quedás expuesto.


Se daba una situación paradójica porque el que siempre fue primero, Orsi, tenía más presión para que le vaya bien en el debate. 


Era Orsi el que tenía que despejar una incógnita: ¿está a la altura de la Presidencia o no? Sobre Delgado no pesa esa duda. Tendrá otras falencias, otras debilidades, pero ésa no es una de ellas.


Si el Orsi que se mostró en campaña es el verdadero Orsi, no da muchas garantías a la hora de cómo va a liderar. Si el Orsi que se mostró en campaña no es el verdadero Orsi, y se mostró poco y evasivo por estrategia, tampoco da muchas garantías, porque ¿si aceptó dejarse influir por sus asesores estos meses, por qué habría de dejar de ser influenciable y permeable a consejos dudosos y presiones internas a partir del 1ero de marzo?


¿Quién ganó?


Para los que dudan de las dotes de Orsi para liderar, el debate sembró más dudas todavía. Para mí, dijo su mejor frase casi sobre el final, cuando apeló a contrarrestar la bandera oficialista de las mejoras económicas.


Les pregunto si sienten en el bolsillo la bonanza económica.

Con toda la preparación que tenía, aun así su mérito fue que no tuvo grandes errores, eso nos dice que estamos ante alguien con flaquezas. Por algo para defenderlo le cuentan las ruedas de prensa que da y los actos a los que asiste. 


Por el lado de Delgado, tenía que estar encendido anoche y no lo estuvo. Igual planteó algo que debería estar en la cabeza de los indecisos:


Si mañana aparece una crisis, quién te gustaría que estuviera al frente del timón, ¿quién te da más certezas?

Era Orsi el que tenía que despejar una incógnita: ¿está a la altura de la Presidencia o no? ¿tiene habilidades para comunicar con claridad y liderar un país?


Sobre Delgado no pesa esa duda. Sobre Delgado no se sabe si le dan los votos. Tendrá otras falencias, otras debilidades, pero ésa no es una de ellas. Sobre qué tipo de presidente sería, no hay dudas. Sobre Orsi, sí.


Orsi se conformaba con evitar un error grande en el debate, y no lo tuvo. Delgado necesitaba un KO, y tampoco lo tuvo. Quizá haya convencido a algún indeciso.







 
 
 

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