Armas para Ucrania y el G20 en Brasil
- Juan Paullier
- 19 nov 2024
- 3 Min. de lectura
Se cumplen hoy 1.000 días de la invasión ilegal y no provocada de Rusia a Ucrania.
Es el principal conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y su desenlace tiene implicancias para diferentes actores del orden internacional.
En las últimas horas, y en las últimas semanas, se han dado movimientos a diferente nivel que evidencian o anticipaban posibles cambios sobre el terreno.
Por un lado, la victoria de Donald Trump y su intención de terminar la guerra el día 1 de su nuevo mandato. Por otro, la confirmación de que Estados Unidos autorizó a Ucrania a usar un armamento especial para atacar a Rusia en su propio territorio.
En particular, con el objetivo de mantener el control sobre un área de 600 kilómetros cuadrados que Ucrania controla en Rusia, que es donde fueron los 10.000 soldados de Corea del Norte que Moscú reunión como apoyo.
El consenso es que la autorización del presidente Joe Bien es tardía e insuficiente. Rusia no está contenta con esto (Vladimir Putin aprobó hoy un decreto que autoriza el uso de armas nucleares ante agresiones convencionales; no es que necesite un decreto para hacer algo este buen señor, por supuesto).
Ayer en la reunión del G20 en Brasil, que termina hoy, a juzgar por las palabras del comunicado, hubo señales positivas para Rusia porque se evitaron referencias que se habían usado en el pasado, lo cual en parte se lo ve como algún tipo de presión de Occidente y del Sur Global para que Ucrania acepte negociar.
Ya hay países europeos que reflotan la idea de prepararse para mandar soldados a Ucrania para apuntalar un eventual acuerdo de paz negociado por Trump y Putin.
Los aspectos centrales del comunicado incluyeron llamados a una tributación efectiva de los súper ricos (una clara victoria diplomática de Lula), medidas para aliviar la pobreza (otra triunfo del brasileño), un alto el fuego en Gaza y la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, también prioridades del anfitrión.
La declaración fue emitida en nombre de todos los miembros del G20 a pesar de las objeciones del presidente argentino Javier Milei.
Milei afirmó que la solución para erradicar el hambre no es más intervención estatal, sino “corrernos del medio”. Dijo que “lo único que funciona para sacar a miles de millones de la pobreza es el capitalismo de libre empresa”.
Las diferencias ideológicas no evitaron la firma de un memorando de entendimiento para que el gas natural de Vaca Muerta llegue a Brasil.
G20 - BRASIL / UE - MERCOSUR
La sorpresa en Uruguay fue que el presidente Luis Lacalle Pou no viajó a Brasil aunque estaba invitado fue. En su lugar lo hizo el canciller Omar Paganini.
Dijo que Uruguay se sumaba a la Alianza contra la Pobreza y el Hambre lanzada en el G20 e impulsada por Lula.
Paganini se reunió con Gerardo Werthein, el nuevo canciller argentino. Se confirmó que Milei estará en Uruguay en diciembre para participar de la cumbre del Mercosur.
Con bastante sigilo y un tímido optimismo, podría haber algún anuncio vinculado al cierre del “acuerdo técnico” del Mercosur con la Unión Europea.
Unas eternas negociaciones que empezaron hace un cuarto de siglo sobre el Acuerdo de Asociación Estratégica Unión Europea - Mercosur, conocido informalmente como el acuerdo de “vacas por autos” o “autos por vacas”, que tuvo un principio de acuerdo, un intento de cierre en 2019, pero que se descarriló por mayores exigencias ambientales hacia el Mercosur.
La complicación de fondo siempre ha sido el poderoso lobby agricultor francés, conformado por pequeños agricultores que sobreviven y muy bien gracias a los monumentales subsidios que les da la Unión Europea. Ningún gobierno francés ha querido ponérselos en contra y nada importante suele ocurrir en el bloque sin el visto bueno de París.
Pero… Francia tiene ahora un lame duck en la Presidencia, un pato rengo, un mandatario en el cargo, pero con un poder en declive, como es Emmanuel Macron. Hay cierto apuro en la UE en abrochar el acuerdo antes de la llegada de Donald Trump con sus promesas de arancelar todo lo que se mueva.
Del lado sudamericano, hay reticencias en particular de Brasil de que sus empresas estatales tengan competencias de europeas en las licitaciones públicas y también temores de que exigencias ambientales europeas compliquen la exportación de carne.
Para terminar de complicar el panorama, Argentina y Brasil son dos de las economías emergentes más proteccionistas del mundo.
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